lunes, 15 de febrero de 2010

¿Quién matará al comendador?



“¡Vive Dios, que he de trazar


que solas mujeres cobren


la honra de estos tiranos,


la sangre de estos traidores,


y que os han de tirar piedras,


hilanderas, maricones,


amujerados, cobardes…”


Fuente Ovejuna, Lope de Vega.



“¿No se ven aquí los golpes de la sangre y las señales?”. En el centro del escenario [tiza, acordeón, almenas] una mujer clama justicia, increpa a un pueblo entero su cobardía frente al tirano, lo ignominioso de su inercia, lo indigno de su balar sumiso [de eso se trata todo esto: de hacer patente la omisión, la alevosía, el oprobio]. Habría que sublevarse dice / propone / exige. Interrumpir el discurso. Eso, la mujer nos provoca a irrumpir, a develar, a rasgar un discurso: un sobre vacío: una máscara: una penumbra. ¿Acaso son ciegos todos aquí? ¿Acaso sordos, mudos, tullidos? “¿Vosotros sois hombres nobles? ¿Vosotros padres y deudos? ¿Vosotros, que no se os rompen las entrañas de dolor, de verme en tantos dolores?”



“No diga por supuesto, haga algo pero ya”. En el centro del escenario [micrófonos, flashes, sala de prensa: sala de espera] Otra mujer clama justicia, increpa a un mandatario su ineptitud frente al crimen, lo equívoco de su estrategia, lo falaz de sus excusas [de eso se trata todo esto: de hacer patente la omisión, la alevosía, el oprobio]. Habría que sublevarse dice / propone / exige. Romper con la formalidad del discurso. Eso, la mujer nos provoca a interrumpir, a develar, a rasgar un discurso: palabrería vacía: máscara: penumbra. “Señor presidente si usted hubiera perdido a sus dos hijos como los perdí yo, le aseguro que movería mar y tierra para dar con los asesinos… así hágale con mis hijos por favor”.



La primera mujer es Laurencia, el personaje de Lope de Vega. La segunda mujer es Luz María Dávila, madre de Marcos y José Luis Piña Dávila de 19 y 17 años de edad, muertos en la masacre del 30 de enero en Ciudad Juárez. La primera y la Segunda alzan la voz en busca de saldar afrentas. La primera encontró eco en la justa, en la presta furia de la turba de Fuente Ovejuna. La Segunda escuchó aplausos, fue situada bajo la fatua luz de los reflectores. La Segunda espera. La Segunda es letanía [“hilanderas, maricones, amujerados, cobardes”]. Retahíla. La Segunda es también personaje. Ficción.



De ahí la pertinencia. De los tiempos estos que vivimos. Pienso en Marina Abramovic y su provocación al espectador. A la acción del espectador. En ese interpelar y hacer partícipe. Pienso en el propositivo montaje que de Fuente Ovejuna presentó Sandra Muñoz. “Ovejas sois”. Esa frase al salir del teatro. La imagen de la luz que desciende sobre los cuerpos de un pueblo que deletrea los bordes del hastío, que traza una cartografía del temor a la ira, del silencio al estruendo, del ultraje a la lucidez. La imagen de un pueblo que murmura y acorrala al tirano. Que despierta y se redime.



Pienso en eso, en la vigencia de Fuente Ovejuna, en el acierto de Sandra en la elección y dirección de este texto [su propuesta estética: esa cierta frescura que en el rigor se sustenta, esa fractalidad coreográfica, sí, evoco un bisturí, una caja musical, un metrónomo].



Pienso en Laurencia y en Luz María. Sí. En la ficción.




1 comentario:

Sara Uribe dijo...

Me acabo de enterar que no se podía poner comentarios en mi blog. Espero que con esto quede solucionado. Esta es una prueba.