domingo, 19 de julio de 2009

Más alemán que Hitler



No sé porqué la tristeza que anida en los relatos de Guillermo Fadanelli resulta tan atractiva. Quizá porque no es una tristeza común, sino una obscena, una tristeza perturbadora que no redime ni lleva a la catarsis. Quizá porque de un modo u otro vivir es “ver de qué manera a todo se lo va llevando la chingada”, y los textos de Más alemán que Hitler son ventanas hacia esos instantes en que la victoria del fracaso, la rutina y la soledad se hace más visible.

Con una voz narradora masculina que pareciera ser casi la misma en todas las historias, Fadanelli nos muestra fragmentos de vidas situados en la cornisa de realidades fracturadas y fracturantes. Personajes de una consistencia fantasmática que en ocasiones aparecen sin más referencia que su presencia, sin más historial que su solitario presente. Un niño que observa los ataques de locura de su madre. Una esposa muerta que yace en una cama. Un marido haciéndole el amor a un cadáver. Una desconocida que se acuesta con el hombre equivocado. Una niña que se arroja a una jaula de leones. Una adolescente huérfana que es sorprendida en el coito. Una joven que huye desnuda en medio de un temblor. Hombres que rumian sus derrotas con una caja de cereal en la mano. Mujeres que se entregan sin saber porqué.

En Más alemán que Hitler (Ediciones Cal y Arena, México, 2004) un lenguaje realista y lacerante desdibuja los imprecisos contornos, las imágenes turbias. La violencia de un erotismo desahuciado destruye paredes y nos deja ver el rostro verdadero de las cosas: la agazapada faz de asombro y duda, de indefensión y fatalidad que coexiste tras la máscara convencional de las palabras e interpretaciones cotidianas.

Una cosmovisión dispersa y al mismo tiempo pertinaz, nos seduce hacia la fascinación por la sordidez, el desprecio y el fracaso. Los catorce relatos de este volumen sustentan lo que el propio Fadanelli ha escrito: que “por más mal que te vaya, siempre te puede ir peor”.

1 comentario:

Elsa Herrera Bautista dijo...

De Guillermo Fadanelli soy big fan. Me gustó tu reseña :)